Diario de una cuarentena
Diario de una cuarentena
Lara Grün
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Consigna:
Elegir un lugar cercano (exterior) para sacar una foto, busquen una escena que les llame la atención por algo, y un lugar al que puedan acceder sin problemas todos los días. La propuesta es sacar una foto con el mismo encuadre todos los días, preferentemente a la misma hora. De acá al próximo encuentro, subir las fotos al blog y elegir algún elemento en común de las imágenes para describirlo lo más objetivamente posible. Pueden tomar algún elemento de las imágenes (puede ser un objeto, una persona, la luz, etc) y describirlo en forma subjetiva (con todas las connotaciones, asociaciones, sensaciones e hipótesis que les produce).
Rincón
25/07/2020 - Día 128 14:05 hs |
26/07/2020 - Día 129 14:09 hs |
27/07/2020 - Día 130 14:20 hs |
28/07/2020 - Día 131 14:12 hs |
Al momento de buscar el encuadre para el trabajo, con apenas observar la ventana supe que debía enfocarme en ella. Sin embargo, cuando subí las fotos al blog, sentí que la imagen había perdido "algo". Es por eso que decidí salir al balcón y sacar una quinta foto.
28/07/2020 - Día 131 16:46 hs |
Ahora me van a entender mejor. Faltaba el contexto, un factor esencial. En fin, creo que es la lejanía de aquella ventana la que me cautiva. No me interesa si un día la ventana esta abierta o si al otro pintan el edificio de amarillo. Su distancia y posición es lo que capta mi atención. Es como si se tratara de un rinconcito del paisaje. Sin embargo, a pesar de la armonía que transmite, hay que tener cuidado. Puede ser tanto una ventana "feliz" bajo el brillo de la luz como una aterradora entre la niebla de los días grises.
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Consigna:
A partir de los videos compartidos, les pido que observen y anoten en el Diario cuáles son para ustedes las virtudes como narradores de Lavand y Dolina: cómo te enganchan, de qué manera trabajan la palabra, la pausa, el silencio, los cambios de tono, el humor, el dramatismo, la relación con el público.
Aprendiendo de Lavand y Dolina
Después ver haber escuchado a los narradores Rene Lavand y Alejandro Dolina, puedo asegurar que ambos tienen increíbles virtudes como oradores, virtudes que generan diversidad de emociones, desde determinado clima hasta una característica conexión con el público.
Cabe destacar la actitud y el carisma que poseen ya que, a mi parecer, ambos son los causantes de dicha conexión con la audiencia. Su simple forma de relatar logra transmitir cierta confianza y naturalidad, como si estuvieran en una charla casual con un amigo o amiga. Además, es interesante su habilidad en cuanto a los silencios, los cambios de tono y las pausas, estas últimas definidas por Lavand como "justas, precisas y necesarias".
A pesar de dichas similitudes, tanto Rene como Alejandro tienen sus propias técnicas narrativas. Por un lado, el primero mencionado se caracteriza por su lenguaje poético y su sabiduría. El relato de Lavand me parece tranquilo y lento, generando suspenso. Asimismo, es cautivador como combina la música con su relato, una herramienta esencial según el artista ya que se puede conectar con las pausas de la narración. Por otro lado, Dolina se identifica por una forma de hablar más informal, el humor -brindado a través de chistes- y más dinamismo. No obstante, ambos dominan las pausas y los silencios de tal manera que consiguen un ambiente deseado, ya sea humorístico o dramático.
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Consigna:
Describir una escena por lo menos de cada salida de casa que hagan.
Sábado 30 de Mayo - Día 72
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Consigna:A pesar de dichas similitudes, tanto Rene como Alejandro tienen sus propias técnicas narrativas. Por un lado, el primero mencionado se caracteriza por su lenguaje poético y su sabiduría. El relato de Lavand me parece tranquilo y lento, generando suspenso. Asimismo, es cautivador como combina la música con su relato, una herramienta esencial según el artista ya que se puede conectar con las pausas de la narración. Por otro lado, Dolina se identifica por una forma de hablar más informal, el humor -brindado a través de chistes- y más dinamismo. No obstante, ambos dominan las pausas y los silencios de tal manera que consiguen un ambiente deseado, ya sea humorístico o dramático.
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Consigna:
Describir la expresión de un rostro que hayan visto por primera vez esta semana, focalizar en algún rasgo que les haya llamado la atención.
Desconocido
Estaba en Santa Fe y Callao esperando a Gastón el en asiento de acompañante del auto. El semáforo estaba en rojo, por consiguiente, pocas personas se encontraban cruzando la avenida.
Una de ellas llamó mi atención, se trataba de un chico de unos 30 y pico de años que recién había empezado a caminar por la senda peatonal. Llevaba barbijo y capucha, por lo tanto, sólo tuve la oportunidad de verle sus oscuros ojos. Se mostraba con una mirada pérdida, no parecía feliz, habrá sido eso lo que capturó mi mirada.
No tuve mucho tiempo para analizarlo, simplemente fueron unos segundos en los que pasó por delante del auto con el objetivo de cruzar Callao. El único recuerdo que me queda de aquel hombre son sus tristes ojos acompañados de una pequeña cicatriz en su ceja izquierda.
Consigna:
Describir una escena por lo menos de cada salida de casa que hagan.
Libre por unos minutos
Jueves 28 de Mayo - Día 70
Eran las 5:45 de la tarde y salí con mi barbijo puesto al "chino", ubicado a una cuadra y media, con el objetivo de comprar una lata de atún para poder hacer empanadas, todavía no había almorzado.
En el corto trayecto, tras girar en la esquina, captan mi atención las únicas personas de la desolada cuadra: un hombre junto a una nena, probablemente, padre e hija. La imagen me causo ternura, se hallaban limpiando el auto en la vereda acompañándose con indicaciones y risas.
El hombre desvío la mirada hacia mi por un segundo y luego siguió con lo suyo, la nena, en cambio, ni se percato de mi presencia, continuaba divirtiéndose.
Mire hacia el frente y seguí caminando hacia la góndola con aquella lata de atún.
Sábado 30 de Mayo - Día 72
Eran las 8:30 de una fresca mañana cuando Fantino me vino a despertar mordiéndome las manos, estaba con mucha energía. Comencé a jugar con él moviendo los pies por debajo de las sábanas, le encanta perseguirlos y atacarlos como si se trataran de presas. Luego de uno de sus "ataques" pude advertir que se relamía la boca como si se estuviera comiendo algo, con ayuda de Gastón lo agarre y le examinamos la boca, tenía un diente fuera de lugar, y bueno, así arrancó mi día.
Nos alistamos, agarramos los barbijos y partimos para la veterinaria que, por coincidencia, hoy teníamos que visitar para empezar la segunda etapa del tratamiento desparasitario.
El trayecto fue tranquilo a pesar de que Fantino estaba inquieto por explorar la camioneta, las calles estaban vacías, era la mañana de un sábado.
Al llegar al destino, nos atendieron los ya conocidos veterinarios, dos jóvenes muchachos. Fue una breve visita, por suerte le pudieron remover fácilmente su diente de leche, lo pesaron (2,5k) y nos dieron otra receta para continuar con el tratamiento.
Volvimos a la camioneta y el trayecto al departamento o "PH" fue igual de tranquilo que el de ida pero, a diferencia del primer viaje, Fantino tenía un diente menos.
Martes 2 de Junio - Día 75
Estaba cruzando la calle cuando una moto paso por al lado y el conductor, con una mirada asquerosamente "sensual", se tomo la libertad de decirme: "Hola linda, ¿cómo va?"
Sin frenar, continúo y, afortunadamente, desapareció de mi vista.
Al parecer encontré un "algo" que no extrañaba de la cotidianidad.
Cerré la puerta detrás de mi y camine hacia el chino, al pasar por la esquina saludé a los pibes con un gesto y, a la cuadra, me adentre en el supermercado. Eran las 7 y pico, había unas pares de personas adentro, no se trataba de un amplio ambiente por lo que estábamos un poco "apretados".
Luego de agarrar lo necesario, me uní al final de la fila respetando el metro y, capaz, y medio de distancia. Adelante mío había dos personas, sin contar a la que estaba pagando en caja.
Cuando iba a ser la próxima, un muchacho con uniforme entró, dio un paseo entre las góndolas e inició una conversación con el dueño. Lo único que pude escuchar antes de apoyar los productos en el mostrador, fue "En serio, para la próxima no quiero ver tanta gente adentro". Al parecer se trataba de un control.
Estaba yendo hacia el chino cuando me cruce a una vecina, una de las mujeres que vive en la famosa esquina, su nombre nunca lo recuerdo. Se encontraba del otro lado de la calle, razón por la cual me saludó con un fuerte "Buenas tardes", se lo devolví con un simple "Hola" y así, se originó una conversación.
Habrán sido unos 10 minutos en los que estuvimos hablando de Fantino pues, ella es la dueña de la mamá y quien lo trajo a nuestras vidas. Fue una agradable charla.
Me despedí con la excusa de que iba a cerrar el supermercado y continué hacia mi destino.
Viernes 5 de Junio - Día 78
Cerré la puerta detrás de mi y camine hacia el chino, al pasar por la esquina saludé a los pibes con un gesto y, a la cuadra, me adentre en el supermercado. Eran las 7 y pico, había unas pares de personas adentro, no se trataba de un amplio ambiente por lo que estábamos un poco "apretados".
Luego de agarrar lo necesario, me uní al final de la fila respetando el metro y, capaz, y medio de distancia. Adelante mío había dos personas, sin contar a la que estaba pagando en caja.
Cuando iba a ser la próxima, un muchacho con uniforme entró, dio un paseo entre las góndolas e inició una conversación con el dueño. Lo único que pude escuchar antes de apoyar los productos en el mostrador, fue "En serio, para la próxima no quiero ver tanta gente adentro". Al parecer se trataba de un control.
Miércoles 9 de Junio - Día 82
Estaba yendo hacia el chino cuando me cruce a una vecina, una de las mujeres que vive en la famosa esquina, su nombre nunca lo recuerdo. Se encontraba del otro lado de la calle, razón por la cual me saludó con un fuerte "Buenas tardes", se lo devolví con un simple "Hola" y así, se originó una conversación.
Habrán sido unos 10 minutos en los que estuvimos hablando de Fantino pues, ella es la dueña de la mamá y quien lo trajo a nuestras vidas. Fue una agradable charla.
Me despedí con la excusa de que iba a cerrar el supermercado y continué hacia mi destino.
Lunes 15 de Junio - Día 88
Se estaba haciendo de noche, eran las 7:20 para ser más exacta. El paisaje se desplazaba rápidamente a través de la ventana del auto, sin embargo, no estaba contemplándolo. Mi cabeza se encontraba sumergida en otros pensamientos.
Estaba volviendo de lo de mi papá, a quien no veía desde hace 90 días, es decir, hace tres meses. Me hubiese gustado un reencuentro más alegre pero, sobre todo, me hubiese encantado no estar yendo con el fin de despedirme de Frodo, uno de mis perros.
Anotar frases que les hayan llamado la atención (de carteles, libros, diarios, la televisión e internet, apuntes, etc).
Palabras de la mano de más palabras
"¿Por dónde entra sol si no es por los lugares que tenemos rotos?" - Magalí Tajes
"De la risa nace el amor."
"Culto no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al otro."
- Eduardo Galeano
"(…) tu mundo exterior es simplemente un reflejo de tu mundo interior. Si las cosas no te van bien en tu vida exterior es porque tampoco van bien en tu vida interior" - T. Harv Eker
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Consigna:
Elegir una actividad cotidiana, que hagan todos los días, por ejemplo, preparar el mate. Describirla con el mayor detalle posible, cada día.
Aire, pucho y Fantino
Aire, pucho y Fantino
Aire, pucho y Fantino
Aire, pucho y Fantino
Todos los días a la tarde salgo al balcón,
fumó un pucho y apreció el día junto a Fantino, mi gato.
fumó un pucho y apreció el día junto a Fantino, mi gato.
Viernes 29 de Mayo - Día 71
Escribí un punto final en el texto, me levante y fui al cuarto. Me acerque al escritorio, abrí el cajón, saque la caja de los "Luckyes" y me dirigí hacia al pequeño balcón volviendo a pasar, inevitablemente, por el comedor. En el trayecto agarro un encendedor rosa que estaba arriba de la mesada junto al cenicero que le regale el año pasado a mi novio y termino de deslizar la puerta de vidrio para poder salir al exterior. Fantino sigue cada uno de mis pasos y, de vez en cuando, se cruza entre mis pernas.
4:00 en punto de la tarde, el cielo estaba despejado y no hacía tanto frío como los días anteriores, traía puesto un agujereado buzo azul con unos shorts deportivos de Gastón, mi novio.
Me subí a la baranda y me acomode junto a la planta que me regalo mi abuela, apoye el cenicero a mi costado y Fantino, copiándome, saltó y se sentó a mi lado. Apoye el cigarrillo en mis labios y, con la otra mano, lo encendí. Mi compañero, al olfatear el tabaco, levantó el mentón y entrecerró sus ojos, luego, tomo un poco de distancia, pues no es fanático de aquel olor y lo entiendo.
No se trata de un balcón alto, me encuentro en el primer piso. Desde ahí pude ver como los muchachos, quienes viven en la esquina, estaban conversando entre risas a través de sus barbijos en la vereda.
Iba por la mitad del pucho cuando Fantino observó desde arriba a un gato cruzando la calle, comenzó a maullar y a acercarse cada vez más al borde, por precaución, lo sujete con una mano y lo apoye en el banquito de madera que alguna vez encontré en la calle con Gastón, sin moverme de mi lugar.
Pasaron uno, dos, tres autos y un señor pedaleando.
Fantino saltó a mi lado, esta vez se quedo al margen.
El pucho se terminó de consumir, deje el cadáver en el cenicero y lleve a éste último adentro con Fantino pisándome los talones.
Sábado 30 de Mayo - Día 72
Eran las 2:00 de la tarde, Gastón estaba cocinando unas hamburguesas, Fantino estaba acostado en una de las sillas y yo recién había terminado de poner la mesa. Agarre la caja de cigarrillos que estaba arriba del escritorio del cuarto y, de camino al balcón, me traje el cenicero junto a un encendedor rojo que se encontraban en la mesada de la cocina.
La puerta corrediza de vidrio estaba abierta por lo que la casa estaba fresca, tenía puesto el mismo buzo de ayer, no lo voy a negar, pero acompañado de unos pantalones de pijama. Al salir note que Fantino no había copiado mis pasos sino que estaba dormido, igualmente, con un simple "psss" se despertó y vino rápidamente a mi lado.
Subí a la baranda en el mismo lugar de siempre pero, esta vez, mirando para adentro, mirando a Gastón. Fantino permaneció en el piso, mientras me miraba con esos ojos verdes medio amarillentos encendí el pucho.
Fume observando a mi novio, vi como corto queso en casi perfectos pedazos y como lo fue colocando sobre aquellos patys que continuaban asándose, luego de unos minutos los retiro del fuego apoyándolos en sus respectivos panes los cuales se ubicaban en un plato, les agrego rodajas de tomate y, por supuesto, mucho ketchup.
Para cuando finalizo y me llamó para almorzar yo acababa de terminar el cigarro, como si lo hubiese calculado. Fantino había subido a la baranda y ni lo había advertido, el amor hacia mi novio y hacia la comida me distrajo un poco.
Domingo 31 de Mayo - Día 73
Ayer me acosté a eso de las 5:30 de la mañana por lo que hoy me levante muy tarde, a eso de las 2:00. Hacía mucho frío, lamentablemente estuve la mayoría del día en la cama con Fantino acompañándome al lado de la estufa. Hicimos una excepción y salteamos la salida al balcón.
Termine de leer uno de los párrafos de "Industria e imperio", un texto para la materia de historia social general, y me pare para buscar los cigarrillos al lugar de siempre. Fantino, al percibir movimiento, se levanto, se estiro y, como de costumbre, comenzó a seguir mis pasos.
Camine hacia el balcón y en el trayecto agarre un encendedor rojo de la mesa, pase a través del umbral de la puerta de vidrio previamente abierta y apoye mi cuerpo en el viejo lavarropas, mirando hacia la pared. Aquel artefacto ocupa casi 1/4 del balcón, para que tengan una idea del tamaño de éste.
A las 3:45 hacía frío pero se trataba de uno tolerable. Encendí el pucho con mi mano derecha cuando Fantino saltó por un costado y se acomodo en el mismo aparato. Gire mi cuerpo hacia atrás para ver de dónde prevenían los ruidos. La reja propia al garaje de la casa de enfrente se mostraba entornada mientras un hombre la atravesaba sujetando bolsas provenientes del baúl de un auto gris presente sobre la vereda.
Fantino seguía arriba del lavarropas, se lamía su patita naranja para luego pasarla por su oreja y cabeza. Me voltee una vez más y volví a la posición anterior al mismo tiempo que le daba una pitada al cigarro.
Al mirar otra vez la pared, me encontré con una pequeña araña subiendo hacia el techo, sí, es un balcón techado. Por suerte Fantino no estaba viendo lo mismo que yo, sino hubiese acabado con la vida del pobre insecto.
Pasó sólo un auto durante el tiempo que tarde en terminar el cigarrillo, era domingo y las calles se encontraban completamente vacías. Me di vuelta por última vez y permanecí unos minutos más acariciando a Fantino.
Finalmente, con la colilla en la mano, entre, la arrojé al tacho y continúe con el párrafo siguiente.
Eran las 7:25 de la tarde, se había hecho casi de noche y no me había dado cuenta. Agarre la cajita tóxica que estaba a mi lado y un fuego "Clipper" ubicado en la mesada de la cocina/comedor.
Ni bien deslice la puerta del balcón, Fantino se escabulló rápidamente y se posicionó arriba de la baranda. Lo acompañe sentándome a su costado mientras retiraba un pucho de la caja. Cuando lo estaba encendiendo observé pasar a un perro, un perro del barrio, o bueno, en realidad es el perro de los muchachos de la esquina pero siempre anda rondando por ahí. Vi como cruzaba la solitaria calle y, así como apareció, se ausentó doblando en la esquina.
La ciudad ya estaba oscura, la calle vacía y la gente en sus respectivas casas. El clima era agradable, ni mucho frío ni calor, con un short deportivo y un buzo gris me encontraba cómoda. Fantino pegó un salto y bajo, comenzó a caminar y a meterse en rinconcitos como en el espacio debajo de aquel banquito de madera. Seguí fumando y espiando sus movimientos, de atrás se escuchaba el techno oscuro que estaba reproduciendo Gastón.
Ya casi quedaba la colilla cuando, sorprendiéndome, el perro reapareció en la otra punta de donde se había esfumado, me resultó un poco cómico. Continúo "trotando" hasta meterse en su hogar, generalmente la puerta de la esquina se encontraba abierta, al anochecer la cerraban.
Le di una última pitada y, antes de volver a entrar, contemple por unos segundos la plácida noche.
Casi eran las 2:00 de la tarde cuando, finalmente, termine de resumir ese texto de historia y me dirigí al balcón después de haber robado un cigarro de la caja. Fantino ya se encontraba afuera, sobre la baranda, mirando hacia el horizonte, al escucharme salir giró su cabeza y enfocó su vista en mí sólo por unos segundos.
Justo cuando me senté en el banquito caí en la cuenta de que no había agarrado un encendedor, por lo tanto, tuve que pararme y entrar a agarrar uno. La búsqueda fue corta ya que, la casa es pequeña y hay variedad de "fuegos" girando por ahí. Me lleve el primero que vi, el Clipper que estaba arriba de la mesa.
Salí y me acomode en la áspera madera una vez más, a aquel banquito le faltaba una lijada. Fantino no se había movido de lugar. Luego de arrancar el pucho, mi mirada se desvío hacia atrás, los muchachos de la esquina estaban trabajando. No lo mencioné anteriormente pero esa famosa casa de la esquina vende comida, te mandan un "wpp" con el menú del día (conformado por varios platos: pollo norteño con papas, guiso de lentejas, lasagna, milanesas de soja, en fin, ofrecen de todo) con un coste de $160 cada plato, las porciones son abundantes y muy ricas, creo que tener esa esquina es una de las mejores ventajas de vivir acá. Retomando, vi a uno de los chicos pasar dos veces llevando el almuerzo para dos casas.
El taller de la otra esquina había abierto hace unos días, vi a dos hombres en la puerta del garaje conversando mientras analizaban una vieja camioneta que se encontraba arriba de la vereda. Por su costado pasó tranquilamente caminando un gato blanco con su cola rayada, dio unos pasos más y se metió entre las rejas a la casa de al lado del taller.
Volví a mirar hacia al frente, es decir, hacia adentro, hasta dar por finalizado a aquel cigarrillo. Fantino seguía mirando hacia la calle, percibía su momento de paz. Me acerque y, luego de acariciarlo por un tiempo, regresé con historia.
El reloj de la computadora marcaba las 5:23 de la tarde. Había estado casi todo el día leyendo más y más textos de historia, claramente estaba atrasada con la materia. Me di un descanso y fui a buscar los cigarrillos al cuarto. De regreso, agarre mi celular, un fuego rojo y busque el cenicero, desde adentro lo pude detectar sobre el lavarropas.
Salí al balcón, hacía mucho frío. Me senté en la baranda con una pierna colgando hacia el exterior y la otra flexionada contra mi pecho, apoye mi celular junto al cenicero y, antes de soltar el fuego a su lado, encendí el pucho.
Mi compañero no se por dónde andaba, hace unos días había sido la primera vez que se fugaba por los techos, desde la baranda saltó medio en diagonal y aterrizó en el techo de la vecina, se me frenó el corazón en el momento pero actualmente estoy más relajada, me iba a tener que acostumbrar, es gato.
Mire hacia la calle, el gato negro de la vecina (la otra) estaba cruzando tranquilamente la calle en dirección a una de las casas del barrio, luego lo vi escabullirse entre las rejas y adentrarse en aquel gran patio delantero. No me acordaba de su nombre, nosotros le decíamos Jorge, por Jorge el curioso, siempre se anda metiendo en casas ajenas e instalándose como si fuera propia. Antes de que viniera Fantino, solía seguirnos cuando entrabamos a la casa o directamente saltaba del techo de la vecina al balcón. Es un gato muy confianzudo, hubo un par de noches que durmió con nosotros en la cama y días en los que nos levantamos y lo encontramos descansando en una de las sillas del comedor. Lamentablemente, no se lleva del todo bien con Fantino, será porque ambos son machos.
Continué fumando cuando, sobresaltándome un poco, mi amigo apareció abruptamente, saltando del techo hacia el balcón, esta vez de bajada. Me miró, se acercó por la baranda y comenzó a ronronear. Logre acariciarlo un poco antes de que tomara distancia por el olor a tabaco, se sentó en el lavarropas y comenzó a vigilar las calles.
De la esquina surgieron dos figuras, al parecer, una madre con su hija. Ambas llevaban barbijos, mientras la nena iba pegando saltitos, la mamá llevaba dos bolsas, seguramente del supermercado. Pasaron por debajo nuestro y se esfumaron en la siguiente esquina.
Aplasté el poco faltante del cigarro en el cenicero y me quedé mirando a Fantino, estaba enorme. Baje de la baranda y lo lleve a mis brazos, apoyo su cabeza en mi rostro y entramos.
Lunes 1 de Junio - Día 74
Camine hacia el balcón y en el trayecto agarre un encendedor rojo de la mesa, pase a través del umbral de la puerta de vidrio previamente abierta y apoye mi cuerpo en el viejo lavarropas, mirando hacia la pared. Aquel artefacto ocupa casi 1/4 del balcón, para que tengan una idea del tamaño de éste.
A las 3:45 hacía frío pero se trataba de uno tolerable. Encendí el pucho con mi mano derecha cuando Fantino saltó por un costado y se acomodo en el mismo aparato. Gire mi cuerpo hacia atrás para ver de dónde prevenían los ruidos. La reja propia al garaje de la casa de enfrente se mostraba entornada mientras un hombre la atravesaba sujetando bolsas provenientes del baúl de un auto gris presente sobre la vereda.
Fantino seguía arriba del lavarropas, se lamía su patita naranja para luego pasarla por su oreja y cabeza. Me voltee una vez más y volví a la posición anterior al mismo tiempo que le daba una pitada al cigarro.
Al mirar otra vez la pared, me encontré con una pequeña araña subiendo hacia el techo, sí, es un balcón techado. Por suerte Fantino no estaba viendo lo mismo que yo, sino hubiese acabado con la vida del pobre insecto.
Pasó sólo un auto durante el tiempo que tarde en terminar el cigarrillo, era domingo y las calles se encontraban completamente vacías. Me di vuelta por última vez y permanecí unos minutos más acariciando a Fantino.
Finalmente, con la colilla en la mano, entre, la arrojé al tacho y continúe con el párrafo siguiente.
Martes 2 de Junio - Día 75
Eran las 7:25 de la tarde, se había hecho casi de noche y no me había dado cuenta. Agarre la cajita tóxica que estaba a mi lado y un fuego "Clipper" ubicado en la mesada de la cocina/comedor.
Ni bien deslice la puerta del balcón, Fantino se escabulló rápidamente y se posicionó arriba de la baranda. Lo acompañe sentándome a su costado mientras retiraba un pucho de la caja. Cuando lo estaba encendiendo observé pasar a un perro, un perro del barrio, o bueno, en realidad es el perro de los muchachos de la esquina pero siempre anda rondando por ahí. Vi como cruzaba la solitaria calle y, así como apareció, se ausentó doblando en la esquina.
La ciudad ya estaba oscura, la calle vacía y la gente en sus respectivas casas. El clima era agradable, ni mucho frío ni calor, con un short deportivo y un buzo gris me encontraba cómoda. Fantino pegó un salto y bajo, comenzó a caminar y a meterse en rinconcitos como en el espacio debajo de aquel banquito de madera. Seguí fumando y espiando sus movimientos, de atrás se escuchaba el techno oscuro que estaba reproduciendo Gastón.
Ya casi quedaba la colilla cuando, sorprendiéndome, el perro reapareció en la otra punta de donde se había esfumado, me resultó un poco cómico. Continúo "trotando" hasta meterse en su hogar, generalmente la puerta de la esquina se encontraba abierta, al anochecer la cerraban.
Le di una última pitada y, antes de volver a entrar, contemple por unos segundos la plácida noche.
Miércoles 3 de Junio - Día 76
Casi eran las 2:00 de la tarde cuando, finalmente, termine de resumir ese texto de historia y me dirigí al balcón después de haber robado un cigarro de la caja. Fantino ya se encontraba afuera, sobre la baranda, mirando hacia el horizonte, al escucharme salir giró su cabeza y enfocó su vista en mí sólo por unos segundos.
Justo cuando me senté en el banquito caí en la cuenta de que no había agarrado un encendedor, por lo tanto, tuve que pararme y entrar a agarrar uno. La búsqueda fue corta ya que, la casa es pequeña y hay variedad de "fuegos" girando por ahí. Me lleve el primero que vi, el Clipper que estaba arriba de la mesa.
Salí y me acomode en la áspera madera una vez más, a aquel banquito le faltaba una lijada. Fantino no se había movido de lugar. Luego de arrancar el pucho, mi mirada se desvío hacia atrás, los muchachos de la esquina estaban trabajando. No lo mencioné anteriormente pero esa famosa casa de la esquina vende comida, te mandan un "wpp" con el menú del día (conformado por varios platos: pollo norteño con papas, guiso de lentejas, lasagna, milanesas de soja, en fin, ofrecen de todo) con un coste de $160 cada plato, las porciones son abundantes y muy ricas, creo que tener esa esquina es una de las mejores ventajas de vivir acá. Retomando, vi a uno de los chicos pasar dos veces llevando el almuerzo para dos casas.
El taller de la otra esquina había abierto hace unos días, vi a dos hombres en la puerta del garaje conversando mientras analizaban una vieja camioneta que se encontraba arriba de la vereda. Por su costado pasó tranquilamente caminando un gato blanco con su cola rayada, dio unos pasos más y se metió entre las rejas a la casa de al lado del taller.
Volví a mirar hacia al frente, es decir, hacia adentro, hasta dar por finalizado a aquel cigarrillo. Fantino seguía mirando hacia la calle, percibía su momento de paz. Me acerque y, luego de acariciarlo por un tiempo, regresé con historia.
Jueves 4 de Junio - Día 77
El reloj de la computadora marcaba las 5:23 de la tarde. Había estado casi todo el día leyendo más y más textos de historia, claramente estaba atrasada con la materia. Me di un descanso y fui a buscar los cigarrillos al cuarto. De regreso, agarre mi celular, un fuego rojo y busque el cenicero, desde adentro lo pude detectar sobre el lavarropas.
Salí al balcón, hacía mucho frío. Me senté en la baranda con una pierna colgando hacia el exterior y la otra flexionada contra mi pecho, apoye mi celular junto al cenicero y, antes de soltar el fuego a su lado, encendí el pucho.
Mi compañero no se por dónde andaba, hace unos días había sido la primera vez que se fugaba por los techos, desde la baranda saltó medio en diagonal y aterrizó en el techo de la vecina, se me frenó el corazón en el momento pero actualmente estoy más relajada, me iba a tener que acostumbrar, es gato.
Mire hacia la calle, el gato negro de la vecina (la otra) estaba cruzando tranquilamente la calle en dirección a una de las casas del barrio, luego lo vi escabullirse entre las rejas y adentrarse en aquel gran patio delantero. No me acordaba de su nombre, nosotros le decíamos Jorge, por Jorge el curioso, siempre se anda metiendo en casas ajenas e instalándose como si fuera propia. Antes de que viniera Fantino, solía seguirnos cuando entrabamos a la casa o directamente saltaba del techo de la vecina al balcón. Es un gato muy confianzudo, hubo un par de noches que durmió con nosotros en la cama y días en los que nos levantamos y lo encontramos descansando en una de las sillas del comedor. Lamentablemente, no se lleva del todo bien con Fantino, será porque ambos son machos.
Continué fumando cuando, sobresaltándome un poco, mi amigo apareció abruptamente, saltando del techo hacia el balcón, esta vez de bajada. Me miró, se acercó por la baranda y comenzó a ronronear. Logre acariciarlo un poco antes de que tomara distancia por el olor a tabaco, se sentó en el lavarropas y comenzó a vigilar las calles.
De la esquina surgieron dos figuras, al parecer, una madre con su hija. Ambas llevaban barbijos, mientras la nena iba pegando saltitos, la mamá llevaba dos bolsas, seguramente del supermercado. Pasaron por debajo nuestro y se esfumaron en la siguiente esquina.
Aplasté el poco faltante del cigarro en el cenicero y me quedé mirando a Fantino, estaba enorme. Baje de la baranda y lo lleve a mis brazos, apoyo su cabeza en mi rostro y entramos.
Viernes 5 de Junio - Día 78
El día estaba fresco pero no tanto como los anteriores. Me propuse a ordenar un poco la casa hasta que se hicieron las 4 y pico. Fui para la habitación (ahora limpia) y bueno, agarre ya saben qué. Arriba del escritorio estaba el cenicero junto a un encendedor negro, así que los traje conmigo también.
La puerta se encontraba abierta por lo tanto, salí sin obstáculo alguno. Sentí como se me ponía la piel de gallina en mis piernas descubiertas, un pantalón no hubiese estado mal. Fantino dejó de comer y cruzó el umbral para reunirse conmigo. Ambos nos sentamos en la baranda, él mirando hacia la esquina y yo de costado, con una vista a mi calle y al cruce de ésta con la otra, formando una cruz.
Dejé todo lo que tenía en manos en el espacio libre de baranda que quedaba, excepto la caja de cigarros. Adentro de ella sólo permanecían dos puchos, lastimosamente, retire uno dejando al otro en una oscura soledad. Luego de agarrar nuevamente el encendedor, lo prendí.
No había mucho movimiento, es decir, el día estaba tranquilo, nada raro por parte del barrio. Como casi siempre, en la esquina estaba uno de los jóvenes usando el celular, recostado en el medio de la calle, como si viviera solo, el gato de Nico, uno de los vecinos.
Fantino pegó un salto y aterrizó en el techo de la vecina, se sentó y siguió acompañándome desde ahí arriba. Me apoye sobre la pared para verlo mejor, tenía un pelaje naranja brillante, el veterinario nos había advertido de que iba a ser un gato peludo, el color de sus ojos se había transformado en un verde medio amarillento y, ahora, le rodeaba el cuello un collar rojo del cual colgaba una chapita con su nombre y, del otro lado, dos números telefónicos, el de Gastón y el mío. No se cómo se lo imaginaban a Fantino, si llegue a decepcionarlos igual les aseguro que es único.
El cigarrillo se iba consumiendo, por un momento me había olvidado de su existencia. Le di un par de pitadas más y lo deje, todavía encendido, en el cenicero. Fantino seguía arriba del techo, estaba en una postura elegante, tenía el mentón hacia arriba y sus ojos cerrados, la imagen me transmitió paz, verdaderamente estaba disfrutando de la altura y la brisa.
Abandone todo lo que había llevado y entre, no quise interrumpir el momento de Fantino, así que no lo llame.
No pude dar muchos pasos más cuando Fantino ya se mostraba otra vez a mi lado.
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